Traduccion de Antonio Bueno GarciaBarcelona, Paidos Transiciones, 2002
Cada año mueren por término medio unas veinticinco lenguas. En la actualidad, existen cinco mil
lenguas vivas en el mundo. Dentro de cien años, si nada cambia, la mitad de ellas habrán muerto.
AI final del siglo XXI podrían quedar alrededor de 2.500, aunque es posible que sean muchas menos
si tenemos en cuenta que el ritmo de desaparición puede acelerarse notablemente.
"Así que la intención de este libro es muy sencilla. Pretende mostrar tres verdades: por una parte,
que ias lenguas son quizá lo más vivo que aún existe en nuestras culturas; por otra parte, que son
mortales y que morirán en cantidades ingentes si nose lucha por su conservación; y, finalmente, que
su muerte no significa un aniquilamiento definitivo, e incluso que algunas pueden renacer si se sabe
qué hacer con ellas. Defender nuestras lenguas, y su diversidad, sobre todo contra la dominación de una
sola de ellas, es algo más que defender nuestras culturas. Es defender nuestra vida."
Sin duda alguna, las lenguas, como las civilizaciones, son mortales, y la vorágine de la historia
es implacable con todas ellas. Sin embargo, en la muerte de las lenguas hay algo insólito e incluso
apasionante para quien quiera verlo: las lenguas, en el fondo, son capaces de resucitar.
La vigilancia se impone, pues sin ella todas se verían amenazadas. Por todo ello, este libro es a
la vez un aviso y un intento de sentar las bases para hacer frente a esta situación.
Claude Hagège